Pero actualmente
está pasado por una crisis de identidad, ya que en los últimos años la premiación ha pasado
por diferentes cambios en su forma de premiar, poniendo en duda la forma en la
que escogen a los ganadores del premio. Durante años se distinguió a arquitectos renombrados, aunque no contaran con obras de calidad. Por fortuna, con la experiencia acumulada, con la actuación de un jurado más competente, y con el efecto de las crisis inmobiliarias, se han modificado los criterios de premiación y, poco a poco, se han reconocido obras valiosas de arquitectos relativamente desconocidos.
Ese ha sido el caso de Murcutt, Zumthor, Wang-Shu, Shigeru Ban, Aravena, y del grupo RCR. Todos esos arquitectos tienen obras muy diferentes, que se han distinguido por su atención al entorno, al clima, a los materiales y a la cultura de los países donde realizan su trabajo.
Incluso, algunos han recuperado técnicas y materiales tradicionales, con una nueva y creativa aplicación. Tienen también obras que reconocen el valor de edificios antiguos en los que han integrado el trabajo de talentosos artesanos. Todos han logrado hacer más con menos y no malgastan recursos en formalismos vacíos.
Ese ha sido el caso de Murcutt, Zumthor, Wang-Shu, Shigeru Ban, Aravena, y del grupo RCR. Todos esos arquitectos tienen obras muy diferentes, que se han distinguido por su atención al entorno, al clima, a los materiales y a la cultura de los países donde realizan su trabajo.
Incluso, algunos han recuperado técnicas y materiales tradicionales, con una nueva y creativa aplicación. Tienen también obras que reconocen el valor de edificios antiguos en los que han integrado el trabajo de talentosos artesanos. Todos han logrado hacer más con menos y no malgastan recursos en formalismos vacíos.
Es posible que muchos estén molestos porque el premio Pritzker ha cambiado, pero es importante reconocer que ese cambio señala claramente que el trabajo del arquitecto debe ser de servicio, no de decorador de exteriores.
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